20091015

El hambre de la vergüenza


Simplemente estoy asqueada de ver cómo año a año se van ofreciendo datos sobre el hambre en el mundo, estadísticas, número de niños barrigudos, mujeres que mueren en los partos del tercer mundo... y nada cambia. Bueno sí, cambia que cada vez son más los millones que sufren, pero la rueda sigue girando y a los que nos ha tocado estar en el lado del "bienestar" parece que esas catástrofes humanitarias nos conmueven unos minutos y ya está, enseguida nos distraemos con las nuevas de tetas de silicona de alguna famosa o con los triunfos de Nadal o la llegada tan anunciada de Alonso a Ferrari.


Estamos anestesiados, super informados pero mal informados, el corazón se ha endurecido de tal forma que siento vergüenza. He visto a los gobiernos de EE UU y Europa soltarle a la banca millones y millones para tapar agujeros debido a la mala gestión y al robo más descarado, y sin embargo los médicos sin fronteras y otros voluntarios de cualquier ONG se las tienen que apañar con tres jeringuillas y una lona estirada con cuatro palos. Mi conclusión es que realmente no existe ninguna voluntad sincera de acabar con el hambre en el mundo.


Y mientras, esos millones de personas ni saben que están en nuestras estadísticas del "consuelo", muchos ni habrán visto un mapa en su vida para saber dónde estan ellos y dónde los que construimos edificios superchulos y nos gastamos millonadas espectaculares en efectos especiales de alguna pelicula apocalíptica.


Ellos no necesitan efectos especiales, viven sumergidos en la realidad más horrorosa, sin esperanza de salir, sin saber que hay "otro mundo", "otra manera de vivir". Sinceramente, el día que los actores, los estudientes, las amas de casa, quien sea esté dispuesto a salir a las calles con pancartas de "No al Hambre", será el día en que yo dejaré de sentir vergüenza.


ISABEL PÉREZ SALAS

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